¡Visita mi nuevo Blog!

miércoles, 26 de mayo de 2010

El Surrealismo como Forma de Vida (Reseña sobre vida y obra de Salvador Dalí)

Buscando cómo reenamorar cada día a mi mujer, redescubrí a Dalí. Éste había marcado mi juventud y mi niñez con cada gota y centímetro de su obra que evoca sentimientos desgarradores en mi corazón. Desde su más mínima escultura, hasta su más épica pintura, Dalí impresiona con su extraña y aberrada percepción de la realidad. Hoy, le regalé a mi mujer -como un detalle- una copia digital del cuadro de su autoría llamado Rosa Meditativa y nos atribuí la identidad de la pareja que se encuentra contemplando la rosa desde el firmamento.

Rosa Meditativa, de Salvador Dalí

Nacido en España, Dalí es una de las personalidades de la era contemoporánea que más ha dado de que hablar. A mi parecer, es el ícono póstumo del surrealismo. Toda su obra, está exageradamente empapada con aires oníricos de ensueño y en sueños eternos de ilogicidad. El estilo de su pincel, estuvo altamente influenciado por los pintores renacentistas como Miguel Ángel, Da Vinci o Botticelli y de clásicos como Goya y Velázquez. Pero apartando su técnica genial y originalísima, cabe destacar que Dalí, selló sus obras con una distintiva firma y estilo personal.

Es él, a mi parecer, el ejemplo más cuerdo de la genialidad entremezclada con la locura y la excentricidad. Poseía una personalidad desequilibrada pero firme. Era un megalómano egocéntrico que no le bastaba con ser un genio del arte; se complementaba con un caracter volátil y una forma de ser deleitantemente polémica. Llevó una vida "bohemia" codeada con la alta sociedad europea; era un amante de la buena vida y de los placeres carnales. El lujo siempre formó parte vital de su vida, y con este como compañero incondicional, tentó al diablo con sus actitudes polemizadoras.

Fotografía de Dalí

Muchas de sus actitudes y acciones, fueron reseñadas en los tabloides. Al adherirse a la corriente surrealista en la cual no duró para siempre, justificó su genial locura (o locura genial) reflejada en su vida social. Ciertamente junto a Gala, su mujer eterna y modelo, vivió una vida donde los estándares convencionales y los paradigmas fueron destruidos para crear una nueva forma de vida bastante envidiable. Tan polémicas fueron sus acciones, que el grupo de artistas surrealistas al que pertenecía empezó a referirse sobre él como si estuviera difunto. Eso fue a raiz de un juicio, en donde lo expulsaron del colectivo de artistas. A esto, Dalí les espetó acertadamente en son individualista: "Cómo me van a expulsar, si yo soy el Surrealismo". Estoy completamente de acuerdo con su aseveración; la realidad mata a la humildad en este caso.

Su obra épica y más famosa fue "La Persistencia de la Memoria", un cuadro pintado con óleo sobre lienzo que expresa su percepción sobre el tiempo intangible y relativo y el espacio y su volubilidad. Los relojes flácidos contextualizados, expresan como se escurre el tiempo en la vida sin existir concreción en ésta y concuerdan con la teoría de la relatividad de Einstein en la que el tiempo es una variable modificable. La obra está ambientado en el amanecer de Portlligat, donde vivió Dalí por décadas. Él, expresó una vez sobre su obra ya enaltecida suscitadas veces por la opinión pública: "Lo mismo que me sorprende que un oficinista de banco nunca se haya comido un cheque, asimismo me asombra que nunca antes de mí, a ningún otro pintor se le ocurriese pintar un reloj blando".

La Persistencia de la Memoria, de Salvador Dalí

Seguramente, esta actitud innovadora fue la que inmoló a Dalí como el artista plástico más influyente del siglo XX (a mi parcer). Sus cualidades como dibujante, lo catapultaron a una de las mejores escuelas de artes plásticas de España de la cual luego fue expulsado, por su actitud excéntrica y poca humildad. Su ego estaba tan marcado que llegó a popularizar frases que permanecen en el argot artístico contemporáneo. Con tan sólo quince años, escribió una vez: "Seré un genio, y el mundo me admirará. Quizá seré despreciado e incomprendido, pero seré un genio, un gran genio, porque estoy seguro de ello". Es esa una pequeña muestra de los usuales comentarios de Dalí que con el pasar de los años se acrecentaron.

Premonición de la Guerra Civil, de Salvador Dalí

Salvador Dalí no sólo se desenvolvió en las artes plásticas y el dibujo. También, empleó el uso rebuscado e inteligente de sus palabras para escribir una novela y varias columnas, guiones y críticas de arte. Tenía una notable admiración por "su obra", en todos los aspectos. No me atrevería a decir que admiraba "el arte", por su egocentrismo.

También su amor por el cine y la fotografía, ciencias "nacientes" a principios de siglo, logró que se asomara y cabalgara en esos generos con la genial destreza que le caracterizaba. Estoy plenamente seguro que si Dalí se hubiera dedicado a otra cosa diferente a las artes, habría sido un genio trascendente de igual manera. Era algo inscrito en su código genético o en su alma. A traves de su fotografía y colaboraciones con fotógrafos, también logró expresar los rincones recónditos de su abstracto subconciente.

Skull, de Phillippe Halsman con la participación de Dalí

Dalí Atómicus, Fotografía de Phillippe Halsman con colaboración de Dalí

Mientras se desarrolló la vida de nuestro ególata pintor, los críticos y la opinión pública acompañaron sus pasos. Tal vez, apartando la técnica pictórica y su genialidad, lo que le dio un toque consumista a su vida, fue el simple hecho de que vivía acorde a sus deseos. Paralelamente a la segunda guerra mundial, mientras vivía en los Estados Unidos, negoció con los grandes de Hollywood y entregó parte de sus esfuerzos a la realización de ambientacion de teatro y cine, publicidad y bienes de consumo. La crítica llegó a catalogar esas actitudes como un despilfarro de arte, por la forma de mercantilizar su talento y entregarse al diseño gráfico.

Pero a pesar de las polémicas, sé que a Dalí le resbalaron las críticas. Su amplia y extensa obra -con tintes ideológicos, "apolíticos", ilógicos, dramáticos, morbosos, ególatras, egoistas y cristianos- iconizó su silueta que se lo convirtió en artista que llegó a vivir de su arte y de su ego. Dalí, en esencia, hizo del surrealismo, una forma de vida que no cabría en seis párrafos. Les dejo a continuación, varios links para que se deleiten con la obra del genio loco.


Cesta de Pan, Dalí

Dalí

http://www.salvador-dali.org/dali/coleccio/es_50obres.html

http://www.3d-dali.com/
http://members.tripod.com/lizard_CR/dali/HOME.htm



lunes, 24 de mayo de 2010

Vuelve el Perro Arrepentido [Los Ladrones de la UBA - II] (Crónica)

No cabrían en una botella las violaciones de los derechos de los estudiantes de la UBA (Universidad Bicentenaria de Aragua); son unos sufridos y al menos que algo se haga, lo seguirán siendo por siempre. Desde que curso la carrera de Comunicación Social en esa casa de estudios, he pateado calle y he vivido en carne propia los atropellos por parte de las autoridades universitarias. Pobres de nosotros. Robos, usura, engaños, vituperios, estafas. Si, se han burlado mil veces de las caras de los estudiantes iracundos y gritones que supuestamente abogan por los derechos de toda la comunidad.

Han corrido días y semanas en rumores. Por ciertos lados, hace días, leí que estaban expropiando la Universidad. Por otros lados decían que asaltaban habitualmente. A las dos semanas, los mismos rumores se ensancharon y caminaron por los pasillos junto a los estudiantes.

Día del Robo (19 de mayo de 2010)

Me confirmó un profesor, mientras veíamos clase en un aula del edificio de ingeniería, que había una comisión interventora que estaba auditando la UBA en esos momentos.

Al salir de clase, después de un acalorado debate con mis compañeros sobre la intervención del recinto, me dispuse a sentarme en el carro para girar la llave y pirarla pa’ mi casa. El Renault 21 tosió. Le di la vuelta al suiche de nuevo, y esta vez tosió desganado contradiciendo mis ganas de irme. “O es la suichera, o es el arranque” pensé. Ya después de 45 segundos de lucha, me di por vencido y llamé a unos carajos que estaban discutiendo sobre mujeres para que me auxiliaran a empujar el carro. Rodando, reaccionó el copito de plomo, e ignorando lo que en realidad pasaba en la Universidad me fui a casa, quedándole mal a Pedro, con quien me encontraría en la Escuela de Comunicación Social para enterarnos de las versiones “oficiales” de locura política.

Día de la Protesta (20 de mayo de 2010)

Esa mañana, prendí empujado el carro auxiliado por un futuro vecino y fui al electroauto a chequear lo que le pasaba al copito. “Pana, eso es el arranque” me dijo el técnico con aires humildes y sabihondos. “Ahora me jodí” pensé con pereza. Luego de chequear con certeza, me empujaron de nuevo los técnicos y rodé dos cuadras hasta la oficina.

Mi mañana fue tranquila, como siempre; poco trabajo. Leí un poco sobre los objetivos del examen vespertino y hablé un rato con Miguel -compañero de trabajo y también estudiante de Psicología-.

-¡Parece que van a expropiar la UBA chamo!, ¿viste la vaina?- Le dije con tonito misterioso y argumentativo.
-No me digas esa broma chico- Me respondió con las manos en la cabeza -¿Ahora qué vamos a hacer? También robaron, ¿supiste la broma?

Me reí sorprendido en mi cabeza, porque ya había vivido algo parecido el semestre pasado. De hecho también había escrito sobre la protesta que se desarrolló en la Escuela de Derecho aquella noche lejana donde una estudiante resultó herida. Lo que yo no me esperaba, era que esa noche, el diablo iba a pisar la tierra ubista de nuevo.

Llegué en la tarde a la universidad (a eso de las tres de la tarde) y me senté en una computadora a terminar de repasar para el inmediato examen. Llegué tarde al salón, que irónicamente se encontraba en pleno debate sobre el liderazgo. Hablaron como 43 minutos sobre el liderazgo utópico, la gerencia eficaz y las masas como burras lideradas. Ejemplificaron con políticos y se armó el zaperoco. No tardó la locura, e irrumpió el examen en nuestros escritorios para ser contestado. Terminé mi examen mucho antes de lo propuesto, y me esfumé dejando solitos a mis compañeritos que peleaban contra las cuatro preguntas regaladas por la profesora Arelys Rodríguez.

Divagué un rato por los pasillos buscando lo que nunca se me perdió y terminé aterrizando en CEPRO TV (Oficina de Audiovisuales). Llegué en plena discusión liderada por la profesora Maria Eugenia. Estaban esclareciendo el robo del día anterior.

-¿Cómo es la vaina? ¿Robaron?- Los interrumpí como buen salido que soy cuando me lo busco.
-Pues si, robaron el aula 2-4. Cuatro tipos (uno vigilando el pasillo y los otros tres armados) se metieron al salón y encañonaron a todo el mundo.
Lo primero que se me ocurrió preguntar fue: -¿Cuántos Blackberrys se llevaron?-.
-Treintipico- Me dijeron los muchachos. -No se llevaron los cincuenta porque algunos lo escondieron- dijeron cómicamente. Me comentaron que los tipos amenzantes pidieron más celulares luego de tener la colección en sus haberes. No se conformaron, tal vez busquen la revancha algún día.

Esta vez fue oficial, a diferencia de la vez pasada: robaron un aula. La anterior vez no se recolectaron los testimonios suficientes como para comprobar la veracidad de los hechos, ni hubo denuncias. Pero en ese momento supe que era verdad el rumor del robo. Me dijeron que los malandros entraron por una ventana que no tenía vidrios en un baño del piso dos. Hasta encapuchados estaban, según dijo la profesora. También “Le dieron unos cachazos a un chamo”, apuntaron los rockeros de la oficina.

El tema se esfumó luego de que me dieron miles de detalles magnificados que no recuerdo. Hablamos como por una hora. Sobre Gustavo Cerati -que está enfermito-, sobre fútbol, sobre Chávez, sobre drogas, sobre alcohol, sobre la Biblia del Nuevo Testamento que entregan los Gedeones Evangélicos casa por casa (de la que extrañamente se encontraba una copia en su escritorio). Vimos el Chavo del Ocho, hablamos pestes de los comunistas, hablamos de inteligencia militar, hablamos de lesbianas. Y si, me hablaron del evento violento que se presentó en ese edificio el día anterior, una golpiza de dos chicas, presuntamente lesbianas.

(VIDEO)

Jocosos, me contaron que una morenota cuartobate, aplastó a coñazos, arañazos, escupitajos, maldiciones y haladas de greñas a otra mujercita de mediano tamaño. Según me cuentan, se halaron los pelos por minutos enteros y gritaron con desprecio en alaridos desgarradores. La cuarto bate agarró a la chiquitita por el cabello y le pateó el rostro ensañada en aullidos pasionales. Sólo me lo imagino. Patada tras patada. Grito tras grito. Maldición tras maldición. Me dicen los muchachos, que luego vieron a la chiquitita después de la paliza vomitar sangre. Escupía rojo carmesí y emitía sonidos repugnantes acompañados de su llanto inclemente vomitado con sangre. Reimos. Eso si, morbosos como nadie, nos reímos del dolor impropio. Pero a pesar de eso, notamos una calina de tensión en el ambiente.

Ya próximo a la siguiente clase, me despedí del grupo con quien estaba. El umbral de la puerta marcó mi cambio de humor. Como a todos, el salir de ahí, permitía que se respirara el nerviosismo en el ambiente. Bajé las escaleras ensañado y me encontré a Pedro que me afirmó el robo una vez más. Increíblemente, mientras bajaba, el tumulto y la bulla se intensificaron. Me asomé por el ventanal de las escaleras y exclamé despectivamente en voz alta: “¡Ahora, éstos van a protestar!”. “Y espero que sea larga la protesta” me replicó jovial una completa desconocida.

Al llegar a la planta baja del edificio de administración, el tumulto acomplejado y rebelde, se reunía alrededor de una gordita con cara de arrecha parada sobre uno de los bancos adyacentes a los chaguaramos. Vociferaba las redundantes consignas que siempre escuchamos de los líderes estudiantiles. “¡VAMOS A PROSTESTAR NO JODA! ¡YA ESTA MIERDA NO ES JUSTA! ¡BASTA DE LA INSEGURIDAD EN ESTA UNIVERSIDAD! NO MÁS ROBOS” Me reí conmigo mismo, por vivir una vez más eso, un deja vu. La cara colérica de la tipa, marcaba sus rasgos y sus cejas tatuadas de una manera impresionante. La brillantez de su piel, le daba un aire detestable. Sus gestos hacían curvas de discordia y sus dientes casi ensangrentados por la ira gritaban hasta la ronquera. Los estudiantes la aclamaban y se volvían locos con cada consigna. ¡SIIIIIIII! Gritaban después de cada oración. Estaban sedientos de justicia.

La Líder Estudiantil de la Cara Iracunda (AJ)

Me precipité entre el disturbio y chocaba contra mujeres, hombres y dementes. Parecía nadar en contra de la corriente. Por ahí me encontré a Israel y le agarré la teta. Si no agilizo el paso poniendo fuerza en mis pantorrillas, lo más seguro era que no me dejarían salir y me zambulliría en la protesta. Había aproximadamente unas 300 personas o más en un espacio extremadamente limitado. Pero gané. Dejé atrás a Pedro y a la masa y volteé para apreciar de afuera la horda. Las manos y los puños elevados de todos vociferaban la locura del gañote de la tipa gritona. Sólo escuchaba el si rotundo y coreado de la masa que se disponía a protestar. Claro, yo como siempre, no me uní a la protesta. Detesto esas cosas. Las soluciones a esos problemas no se dan de esa manera.

Caminé como unos 500 metros hasta el edificio de ingeniería a ver la clase final de la noche. Lamentablemente no la vimos, ya que los expositores brillaron por su ausencia. Sólo discutimos con la facilitadora sobre los trabajos ya entregados, las sugerencias como docente y las pistas para el siguiente examen. Después de lo académico, empezamos a cacarear sobre los últimos eventos y discurrencias en la comunidad estudiantil. La profesora conocía más detalles de la golpiza de la ocumareña cuartobate y la flaquita. Me dijo que hasta grabaron un video de ésta y lo subieron a la red (me encantaría conseguirlo). Los relatos de ella coincidieron con los ya escuchados.

Terminó la clase y bajé mis escaleras despotricando del futuro. Me asomé por la ventana y José, un compañero de clase, me dijo que habían trancado la universidad. “Salio mi numero” Pensé. Bajamos los tres pisos y vimos un grupo de 50 a 100 estudiantes en la entrada de la universidad trancando e impidiendo el paso de vehículos. Galopamos hasta el lugar y vi las papeleras interponiéndose a los carros en plena entrada. Conos, paja, grama, basura y los estudiantes se aglutinaban en la entrada sólo para hablar. Ni una consigna o vociferada escuché. Le pregunté a Francisco, que estaba en medio de la revuelta, si habían cerrado la salida. Me dijo que estaba vuelta un caos. Yo me exalté y asusté un poco, ya que cerca, muy cerca, a menos de cinco metros de ella, se encontraba mi carro que debía ser empujado para prenderse. Estaba molesto. Incluso en el camino, le comenté a Pedro que no escribiría sobre la protesta, ya que lo había hecho una vez y me daba pereza recolectar anécdotas y testimonios. Simplemente no quería investigar. Pero la situación me golpeó y me llevó a estas letras.

Caminé llegando y vi el humo acariciando las columnas y contrafuertes de la salida de administración. El humo era negro, espeso, y lo que menos exclamaba era libertad. “Tan’ quemando cauchos, ja ja” le dije a Pedrito con un tono agudo extremadamente burlón e irónico. Vi el portón, casi imponente, cerrado. Las rejas azules dividían la realidad de la protesta. El humo maldito ahogaba a varios.

Llegandito al centro de la protesta escuché al frito de Ernesto Azkue gritando “¡LEGA-LIZA-CIÓN, LEGA-LIZA-CIÓN!” con el tono cantado típico de las protestas. Eso me demostró la seriedad absoluta de la protesta. Me le uní inmediatamente y empecé a corear con él la consigna. Mi primita, Ita y otras personas empezaron a corearlo. Increíble. Estábamos protestando en pro de la legalización. Giré mi cabeza varias veces como un suricato para ver quién o qué cosa interesante veía. Nada.

La Quemadera de Cauchos (AJ)

Sólo vi a una hermana de la Iglesia Adventista, Carolina Caldera. Nunca imaginé que estaría en esa clase de protestas. La hermana, en sus cercanos 40, no era a mi parecer mujer de tumultos y reproches gritones. Me le acerqué sorpresivamente y la saludé y reprendí por su presencia en la protesta. Para mi sorpresa, Carolina había estado en el aula que robaron.

-¡Chamo, fíjate que yo estaba en el aula que robaron!
-¡¿Qué qué?!- Exclamé indignado.
-Si, imagínate la cosa.
-¿Pero cuántos tipos fueron?, ¿Estaban encapuchados?, ¿Violentaron a alguien?, ¿Qué robaron?, ¿Te robaron un blackberry?- Le vomité la millonada de preguntas. Ella rió con su amena sonrisa y cachetes redonditos y me contestó.
-Ja ja. No vale, yo aquí tengo mi cuchitril- Me mostró su celular- Los tipos andaban era buscando blackberrys, y el poco dinero que consiguieron se lo robaron a la gente que sacó sus carteras- Pelé inmediatamente los ojos- No hirieron a nadie, los tipos se portaron muy bien, a pesar de todo. Sólo a una muchacha, que le robaron la laptop con su trabajo de años, le dio un ataque de pánico.
-¿Y fueron cuántos? ¿Encapuchados?
-Eran tres tipos. Sólo uno tenía un pañuelo blanco sobre su nariz y boca (A lo bandolero del lejano oeste). Dicen que salieron por el baño de hombres, por una ventana. Pero esos tipos seguramente estaban confabulados con el personal de aquí. Llegaron directitos de las escaleras a nuestra aula.

El Tumulto (AJ)

Ya esclarecida la situación, me despedí de Carolina. Me llamaron unas amigas y mi primita con la mirada a punta de siseos. A acompasados largos pasos me aproximé a ellas y les pregunté qué pasaba.

-Ayúdanos a reventar un vidrio- Me dijo una de ellas con un acento de complicidad.
-¿Entonces tengo cara de camorrero, acaba trapo, asocial, protestón?- Les respondí medio irritado.
-No chico, es que si tú lo haces, nosotras te seguimos- Me dijeron incitándome a la violencia.

Nunca me he considerado un tipo revoltoso o revolucionario, que es lo mismo. Simplemente no me han agradado esas misivas incitadoras. Tampoco son de mi agrado la violencia y el tirapiedrismo. Les aclaré eso a las chicas y la desilusión en sus caras casi partió mi corazón.

Me escurrí entre la gente y me desentendí de las barbaridades. De repente, me aclamó Andrés Jiménez, fotógrafo del periodiquito: “¡GABO!”. Me volteé y me tomó una foto sorpresa. Me causó mucha gracia. Caminando por “la pasarela”, noté que todos los carros tenían en el vidrio trasero inscripciones alusivas a la protesta hechas con Griffin. Eran toditos los carros. Pero extrañamente, el único que no tenía la inscripción era el mío. Lo aplaudí en voz muy alta y la gente me miró extrañamente.

Yo, en el Lente de Andrés Jiménez (AJ)

Los gritos e improperios se mantenían en el ambiente. Pero notaba que el ánimo estaba dividido. En su mayoría, los muchachos se veían aplacados por la pereza y eran unos diez, máximo veinte, los que realmente protestaban y gritaban. La gordita con sus rizos y su cara expresiva de violencia seguía gritando por sus derechos. Claro que los hacía valer la damisela (ironía). De vez en cuando Ernesto gritaba por una esquina su consigna de costumbre y yo, cómo no, lo acompañaba. “¡LEGA-LIZA-CION, LEGA-LIZA-CIÓN!” Cantábamos los dos sumergidos en la sátira de los protestantes. Luego de eso, nos unimos para ahogar las penas del encierro en conversas inteligentes o vanas. En ese momento Ernesto y yo empezamos a buscar lo que no se nos había perdido. Se convirtió en mi compañero de aventuras.

Ernesto Azkue (REA)

De sopetón, uno de los estudiantes, Triacho (Acompañado del Colica), gritó a través de un cono de seguridad “VAMOS A SEGUIR LA PROTESTA EN EL RECTORADO” y empezaron a corear “PARA EL RECTORADO, PARA EL RECTORADO”. “Que vaina tan ridícula”, pensé. Se fueron como máximo veinte personas gritando la consigna y marchando al son de ella. Mientras, el camino del portón con el candado, quedó libre. El ambiente se calmó un poco y yo empecé a hablar en voz alta y a acercarme al portón sellado.

Triacho y Colica (AJ)

-¡¿QUÉ ES ESTA VAINA?! ¡TRES HUEVONES PROTESTANDO Y UN POCO E’ GENTE APLACADA! ¿QUIEREN PROTESTAR? ¡TUMBEN ESTA VAINA PUES!- Señalé el portón con imprudencia- ¡PERO ESO SI, MOSCA Y HIEREN A ALGUIEN COMO EN EL SEMESTRE PASADO, QUE DE VAINA MATAN A UNA CHAMA POR ESTAR PROTESTANDO! ¿QUIEN TIENE UNA MANDARRIA EN ESTA VAINA? ¿QUIEN TIENE LA LLAVE DEL CANDADO? ¡HABLEN PUES! ¡NOS QUEREMOS IR DE ESTA VAINA!

La Pelea del Portón (AJ)

Mientras, los carros ya en su mayoría encendidos, atestaban los pobres callejones de la Universidad. Los cornetazos y la violencia rondaban a manos de los dementes. Mis palabras sólo fueron replicadas por uno que otro conocido que se encontraba por ahí. En ese momento, se dirigió hacia mi un carajo llamado Deivys Vilchez, bastante revoltoso el. Me dijo que saldría sobre su cadáver. Compartimos una risa nerviosa e ignoré su llamado a la calma. También, me llamaron unos compañeros de clase; Yurimer, Francisco, Mafer y otros queridos que no recuerdo. Su espíritu estaba encendido y me dijeron muy calmadamente a voz de Francisco “Gabo ¿Tu crees que nosotros no queremos irnos?”. “BUENO, ENTONCES ABRAMOS EL PORTÓN PUES, PA IRNOS TRANQUILOS CADA QUIEN A SU VAINA EN SU CASA” Respondí algo exaltado. “Seguramente Gabo, si a ti te hubieran robado ayer, estuvieras aquí protestando” creo que dijo Yurimer. “NADA. NADA. CREO QUE SERÍA JUSTO QUE NOS FUÉRAMOS A CASA. ¿QUÉ GANAN USTEDES CON PROTESTAR? UN CARAJO” Les respondí molesto pero calmado. Me miraron un poco decepcionados de mi falta de idealismo, pero realmente no me importó. En mi cabeza sólo se encontraba la idea de salir de ese encierre.

Ira Estudiantil (AJ)

Ernesto y yo nos enteramos que habían abierto la puerta de Derecho. A paso agilizado, caminamos por la pasarela a verificar si la información era veraz. En el camino Ernesto me comentó que sentía síntomas fuertes de gripe. Vimos a la distancia un rústico montándose en la acera y atravesando la Universidad por las pasarelas dispuestas para los peatones. “Sólo en Venezuela pues” me dijo Ernesto con un aire de desencanto. Seguimos nuestro camino y vimos frente a las gradas del campo de softball un grupo numeroso de estudiantes de Derecho discutiendo de cualquier cosa que nunca percibimos. Nos asomamos a la distancia y vimos los carros saliendo por el portón distante de la Escuela de Derecho. En ese momento, dos faros de un rústico se dirigieron directamente a nosotros; era otro rústico montado en el paso peatonal; no quise moverme impidiéndole el paso al imprudente y Ernesto me increpó y regaño diciéndome que no me alebrestara, que yo tenía una familia a quien cuidar. “Vamos a salir pues, es lo que toca” Me dijo después de que alternáramos con un pana de Greenpeace y dos chicas, al lado de las gradas adyacentes al edificio de administración.

Yo me negué. Había avistado la inmensa cola y el innombrable tráfico dentro de la Universidad. Duraríamos al menos 1 hora y media en salir. A parte, le aunaríamos la arrancada ayudada por las manos colaboradoras. Estábamos en un panorama sin esperanzas. El carro a escasos metros de la salida. El portón sellado. El humo negro tupido y las llamas naranjas candentes del caucho calentaban todo a su alrededor. Todavía no habían llegado los revoltosos del rectorado. Me fui de nuevo al portón a ver como lo abría. El candado seguía prendado a la puerta; seguía pensando en la mandarria. Quería tumbar la puerta como fuera posible. Empecé a zarandearla un poco ignorando el candado. Pero el candado no cedió.

Mientras, Andrés tomaba fotos pasionales.

Grité un par de estupideces a los presentes y me senté en la baranda adyacente al portón por par de minutos. Ernesto decidió ir a la enfermería y lo acompañe en una danza confabulada. Llegamos al servicio médico con una algarabía descomunal. Reíamos, hablábamos, bromeábamos, y satirizábamos las estupideces de los idealistas. Llegamos con acento malandreado a decir que Ernesto estaba enfermo. “Buenas dotora, venimos a traer a este muchacho porque se siente mal” Dije malandreado señalando a Ernesto. “Tiene un cuadro asintomático de ‘no se que vaina’” Afirmé emulando a un médico. Ernesto se sentó en la silla adyacente al escritorio y empezó a comentar sus síntomas y a pedir un poco de morfina para aplacarlos. La enfermera le tomó la tensión y empezó a hablar. “¿Y ustedes son los que están protestando?” Nosotros inmediatamente nos negamos y argumentamos nuestras razones serias en contra de la locura de los estudiantes. “Bueno, es que parecen bobos. ¿Cómo se van a poner a protestar sin haber autoridades en la Universidad? Esa gente se va media hora antes de las seis. Y ustedes como los mismos pendejos protestan para llamar la atención. ¡¿De quién?! ¡Si aquí no hay nadie! Al final los que salen afectados son ustedes. Tienen es que venirse tempranito, como a las nueve de la mañana, y no dejar salir al rector. Ese sale a almorzar como a las once y media. Por la barriga es que duele la broma” dijo la enfermera. Nosotros aplaudimos el comentario de la señora, que no pudo dar más en el blanco.

Después de que Ernesto se tomó sus drogas recetadas, nos colocamos a merced del viento. Volví de nuevo a palpar el portón calentado por el caucho quemado. Pasó un rato y me puse a hablar con otros compañeros de clases que se encontraban cerca del portón. Inspirado por las recientes palabras de la enfermera del servicio médico de la Universidad, les dije: “¿VEN LO QUE PASA? ¿Y QUÉ GANAN USTEDES CON PROTESTAR?”. “UN CARAJO, UN COÑO” Dijimos la linda Gely y yo en consonancia. De repente, salió Ernesto con una Biblia exacta a la que estaba en CEPRO TV y me dijo: “Cállate chico, tu lo que necesitas es esto” y me metió la Biblia en el bolsillo de la camisa. Volteé a ver mi carro y supe que celebré en vano; había caído en manos de los protestones, lo rayaron en Griffin con la consigna típica que tenían inscritas el resto de los carros “NO + ROBOS UBA”. Mientras estaba en ese debate, alguien abrió el portón azul de rejas finas que nos separaba de la realidad. Enseguida, junto a Ernesto Azkue, Reynaldo Quijada y Patrizia Marinelli me dispuse a prender el carro y a parar el tráfico para poder empujarlo. Justo en ese momento, de sopetón, la gordita de rulos y expresiones iracundas agarró el portón por un extremo y empezó a cerrarlo. No voy a negar que me molesté. Ya los carros habían comenzado a salir, pero por la intransigencia de los protestantes, la afluencia se detenía. Los cornetazos y el caos imperaban en el ambiente. Yo, veía por un lado como los estudiantes apasionados gritaban aupando a la gordita con pinta de arrecha. El portón rodaba lentamente. La voluntad y la cólera de la líder estudiantil podía más que los quinientos quilos del portón. Lentamente vi como se cerraba, hasta que terminó el proceso. Cuando el portón chocó contra la viga, los gritos se enloquecieron en la multitud. Todos, entre una mezcla de protesta y rumba gritaron desgarradoramente: “SIII NO JODAAAA ASI ES QUE EEEES” “VAMOS A QUEMAR ESTA MIERDA COÑOOOOO”. Todos a coros reían, chismeaban, se carcajeaban, se tomaban fotos, faranduleaban. El contexto que se respiraba no parecía de protesta. Lo único que le sumaba al espíritu un aire contestatario, era el humo negro cochino y tupido.

La Líder Cerrando el Portón (RDV)


Gritos Desgarradores (AJ)

Mientras todos reían, yo me indigné. Era el colmo. Los ladrones robaron el día anterior. ¿Pero es eso culpa de los estudiantes y el personal docente que se encontraba retenido? ¿A caso lograrían llamar la atención de las autoridades que estaban ausentes? No y no. ¿Era acaso esa guachafita una manera de protestar? ¿Y dónde estaban los verdaderos protestantes? Caminé entre los vituperios y los gritos estúpidos con sentido al portón. La lluvia de baladros, aullidos y bramidos se acalló cuando empecé a abril el portón solo. Todos los ojos se posaron sobre mí. Por ahí escuché un “¿Qué haces chamo?” que me resbaló. Seguía empujando solo el pesado portón. Apenas había recorrido un tercio del trayecto cuando un muchacho en el otro extremo empezó a ayudarme. Detrás de mi, un empleado de la empresa de seguridad que trabaja en la Universidad se apareció para ayudarme con los kilos. Terminé de abrir la puerta. La gente hablaba, pero nadie me gritó. Todos los ojos eran míos, me seguían. Yo con mi cara muy lavada empecé a caminar de nuevo. Vilchez se interpuso en mi camino, pero ni palabras cruzamos. Nuestras miradas lo dijeron todo. En esencia le dije con los ojos que me sabía a mierda la protesta y el me respondió con una miradita de ternero degollado, bastante decepcionado y malcriado.

Me devolví a mi carro y les vi las caras a mis amigos; antes de proceder a lo que iba, vi a la multitud y les grite con todas mis fuerzas: ¡SI VAN A PROTESTAR, RETENGAN A GUARISMA (El Rector), NO A LOS ESTUDIANTES, VENGAN EN LA MAÑANA! Se me entrecortó la voz a la mitad de la proclamación. Después, les hice una seña con los ojos a los míos para que empujáramos el carro. Patricia paró el tráfico, mientras Reynaldo, Ernesto e Israel empujaban el carro. No se si fueron los minutos más largos de mi vida. Pero nos encausamos a la salida. Mi Renault 21, con el suiche pasado, ensegundado, pifió y empezó a desfilar lentamente entre la muchedumbre que ya no estaba iracunda. Escuché por ahí a un carajo decir “MIREN LA VAINA; LA MIERDA ESA NO LE PRENDE”. “JA JA JA” Escuché las risas intensas de al menos dos decenas de personas. Empezaron a pitar, chiflar, protestar, abuchear, desaprobar y silbar en contra de mi copito y de mi persona. “PAJUOOO, PENDEJOOO, IMBECIIIIL” Eso lo escuchaba a gritos, a risas y a carcajadas y burlas. “CAMBIA ESA MIERDA PAJUO, NO TE SIRVE PA UN CARAJO ESA CAGADA”, “PAJUOOOO” y otros insultos se convirtieron durante unos 2 minutos en un tormento. En el primer intento saqué el clutch, y no prendió. Las burlas se intensificaron. Seguramente, también mis queridos amigos que empujaban, sintieron la ira sesgada por algunos otros que simplemente se quedaron callados y atónitos por mi actitud.

Quema de Cauchos (RDV)

Mi Carrito (SW)

Justo frente a la casilla de vigilancia, con la trompa afuera y mi retrovisor colmado de manotadas de un poco de locos, el Renault 21 encendió; lo que le faltó a la horda fue empezar a zarandear el carro conmigo dentro. Para colmo, no tenía gasolina. Ernesto se fue conmigo; al abrirle el seguro, se trancó la puerta. Los gritos se acrecentaron. Pero al final pude abrir, Ernesto se montó y me despedí de Reynaldo que con una mirada entre apenada y comprensiva me dio sus buenos deseos. Con poca velocidad y aceleración arrancamos con nuestro fin trazado. Lo que me faltó fue mostrarles el dedo del medio, en son de pintarles una paloma; ese hubiera sido un toque genial a mi partida. Rodamos y al final los gritos se difuminaron en la distancia. Nos quedamos callados como por dos segundos. “PARA COLMO, NO TENEMOS GASOLINA” Le dije a Ernesto nervioso por el miedo que acababa sentir por la horda de dementes que estuvieron a punto de destruir mi carrito. Me tranquilizó inmediatamente con cualquier chiste. Me dijo que no me preocupara, que tanquearíamos en la Llano Petrol cercana. Con mi cabeza en la pena iracunda, empecé a escupir palabras punzantes. “¡¿TU CREES QUE ESTA VAINA SE JUSTIFICA ERNESTO?!” Le dije lleno de ira. “ESTA BIEN, ROBARON, ESTA JODIDA LA VAINA PUES. ¿PERO QUE ATROPELLEN LOS DERECHOS DE LOS OTROS ESTUDIANTES QUE NO PIENSAN IGUAL A ELLOS? MIRA VIEJO, ESOS PENDEJOS ME ARRECHARON. NO JUSTIFICO NINGUNA DE LAS ACTITUDES VIOLENTAS QUE ASUMIERON. A PARTE, ¿VAN A PROTESTAR CUANDO GUARISMA (El Rector) ESTÁ EN SU CASA TRANQUILO? NO CHICO, NO ME VOY A DEJAR MONTAR LA PATA. ROBARON, SI, ¿PERO ES ESO CULPA DE LOS ESTUDIANTES Y EL PERSONAL DOCENTE Y ADMINISTRATIVO? NO ME JODAS CON ESA VAINA. Y SI TENGO QUE IR CONTRA LA CORRIENTE PARA HACER VALER LOS DERECHOS DE OTROS, LO HAGO Y PUNTO. VIVO EN UN PAIS LIBRE Y SI SE ME VIENE EN REGALADÍSIMA GANA, ABRO EL PORTÓN UNA Y MIL VECES PARA SALIR DE ESA LOCURA” Dije en una ira inconmensurable.

Hablando con Ernesto me calmé. Dejé atrás a los que piensan que resolverán las cosas con violencia. Rodamos ya en paz y yo expresé parte de lo que tenía adentro. La indignación todavía me carcome. Mi alma contestaria había muerto. Me di cuenta que vivía en un mundo donde todos usaban los zapatos de manera diferente que yo. Para ellos, yo tenía los zapatos al revés. Pero yo me siento cómodo con ellos así; me gustan las puntas con su curva para adentro. Me recordé de lo que decía un amigo: “Viejo, rebélate. Orina contra el viento”. Eso hice esa noche, oriné contra el viento y una deliciosa gota tocó mi lengua. Simplemente decidí no seguir la masa; decepcioné a más de uno que creyó que yo apoyaba la causa. La apoyo, pero no apoyo las protestas y la retención de ciudadanos en un recinto universitario. Los culpables deben ser reprendidos, no los inocentes. Mejor no seguir la corriente. Prefiero ser como el salmón, pero no ser atrapado por un oso.

¿Libertad? ¿Me la van a quitar porque les robaron el blackberry a quienes en su mayoría no protestaban? Ni loco, abriría el portón una y mil veces. Y lo sostengo. Gracias a Dios, no lo volvieron a cerrar, el 95% de la comunidad estudiantil quería irse a casa y olvidarse de la protesta; la mayoría no quería estar ahi. ¿Acaso son irresponsables por no protestar? Todo lo contrario, por ahí escuché que es mejor alejarse del peligro. Esa noche yo no lo hice, caminé en la cuerda floja y jugué con fuego. ¿Y qué me quedó? Una pequeña Biblia de los Gedeones en el bolsillo de la camisa, una pena iracunda con un carro rayado y las ganas terribles de llegar a casa para escribir esta locura.

Maria Elena y Marihan Divirtiéndose en la Protesta (AJ)

Fotos:
· Andrés Jiménez (AJ)
· Robadas del Facebook de Deivys Vilchez (RDV)
· Robada del Facebook de Ernesto Azkue (REA)
· Sustraida de la Web (SW)
Texto:
· Gabriel Mata

miércoles, 12 de mayo de 2010

El Patriota (Crónica)

Una vez escuché una cita que llamó mi atención de manera exagerada. Creo que ésta cambió mi vida por completo. Yo tenía una noción patriótica muy básica, que tendía a la ignorancia. Pero este edicto en especial, me mostró los verdaderos horizontes de mi patriotismo y me ayudó a conocer la naturaleza depravada del patriota. Oscar Wilde lo dijo; "El patriotismo es la virtud de los depravados". Hoy más que nunca está latente esta oración, vive en la palestra pública para ser interpretada. Muchos intelectuales de hoy consideran que Wilde fue un hombre del siglo XXI enclaustrado en los valles del siglo XIX; incluso él mismo se consideraba de una época diferente a la suya.

Decidí escribir esta crónica al salir de paseo con mi mujer, mi muchachito de cinco meses, mi tía Tití y Margarita. En este recorrido en la capital del país (Caracas) visitamos el Paseo Los Próceres y el Panteón Nacional; fue un viaje con un tinte irrevocable de historia y nacionalismo. Yo era el único venezolano en el carro a parte de mi hijo. Rodeado de colombianas, partí a Caracas detrás del volante con la intención de ser un orgulloso guía y un letrado historiador. Las ganas se me fueron al piso cuando llegamos a Los Próceres. La imponencia de la obra cortó mi soberbia y me adentró en un sentimiento de curiosidad típico de los periodistas de temple olfativo.


Foto Robada, el Espejo Acuático de Los Próceres


Nos bajamos del vehículo a escasos cien metros del Monumento a los Precursores, y yo, abstraído por la grandeza de los monumentos construidos en el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, me ensimismé a apreciar la majestuosidad del pasado. Los leones con caras iracundas de guerra vigilaban el monumento con su expresión amenazante, sentí que se arrojarían sobre nosotros. Permanecí callado algunos minutillos, casi corriendo como un infante enamorado de su nueva patria. Señalaba cual niñito de seis años todo lo que me impresionaba.


Foto Tomada por Mi Mujer, El León Agresivo


Caminamos hacia el norte con dirección al obelisco del monumento. Éste le rascaba las costillas a las nubes bajas y el jinete aborigen a la sombra del monolito se reía con nosotros haciéndonos pensar en su identidad. “Guaicaipuro seguramente” escupí con inseguridad sin nunca enterarme.

Luego de varias charlas amenas con las colombianas, nos dispusimos a agilizar el paso para recorrer el paseo. La piscina, adyacente al bloque custodiado por los leones, reflejaba oscuramente el cielo caraqueño a medias nublado. Ese espejo azul petróleo evocó en mi sentimientos de orgullo y felicidad. Pero pensé varias veces en la suciedad del estanque. Tenía un parecido extremo con la piscina del monumento a Washington en la capital del Imperio Norteamericano; incluso opinaría que está inspirada en la misma.


Foto Robada, El Monumento a Washington


Mis pasos galopantes, siguieron al lado de mi mujer llevando el coche de mi hijo, mientras tomábamos fotos a cualquier escultura que se nos atravesaba. Sólo notamos algo. Lamentablemente ante tanta majestuosidad, la perfección se veía apagada por el mal estado del piso, por las fuentes inservibles y por el percudido estado de las esculturas. Era un panorama deprimente; los jardines, las fuentes, las esculturas, los adornos y ornamentos barrocos y helenísticos, se veían aplacados por los hongos y por la falta de presión de un buen hidrojet o una esponja asalariada que los limpiara.

Pero a pesar de eso, mi espíritu patriota no desfalleció. Me quedaba algo de esperanza en el alma al saber que vendría el principal monumento del paseo; el Monumento de la Nación a los Próceres.

Finalizando la zona de las fuentes casi griegas, viendo con amor y morriña a las musas secas, entré al área del monumento ansiado. Mis ojos se llenaron de un puchero de tristeza y de una inclemente nostalgia por llenar mi corazón de pensamientos viciados en aires patrióticos. Incluso estuve apunto de hacer un juramento al estilo Monte Sacro, para el bien de mi nación en contra de las manos opresoras y corruptas, pero mi prudente miedo me disuadió de hacerlo. No niego la posibilidad futura de que algún día me iniciaré en la lucha patriótica.

Nunca había ido a los próceres; mis ansias de conocimiento apabullaron la vista de los ornamentos de los monolitos. “LA NACIÓN A LOS PRÓCERES” leí de derecha a izquierda en el monumento diestro. Justo debajo de la inscripción había una larga lista de oficiales que lucharon en las batallas de independencia. Los leí uno por uno. Igualmente, en el monolito izquierdo se encontraban inscritos los forajidos extranjeros que lucharon sangrientamente en pro de la libertad en el país.

En cierto punto de mi apreciación, Margarita comentó desconcertada con su acento firmemente paisa acerca de las raras banderas rojas en los laterales del monumento. Mis ojos se deslizaron por los bordes de las rectangulares piedras e inmediatamente se posaron en las banderas rojas que se escondían detrás de los chaguaramos forrados con el pabellón nacional. ¿Qué querían decir esas banderas?


Margarita Atónita


Seguramente un decreto presidencial las había colocado ahí. El color del Partido Socialista Unido de Venezuela hondeaba con el son del viento en unas banderas que evocaban en mí, los épicos sentimientos de las banderas de la Unión Soviética y de la República Popular China. Lamentablemente, a mi parecer, nos encontramos con los demonios de nuestra historia. Lo que está ocurriendo es producto de los descalabros económicos y políticos que vivió Venezuela desde su Independencia. Simplemente, la suma de todos los miedos y el desenlace de una historia de injusticias del tercer país más corrupto en Latinoamérica.

Le expliqué muy coloquialmente a Márgara, que las banderas seguramente eran un capricho del presidente “vitalicio” de la república, Hugo Chávez. Ya transcurridos once años de su gobierno, los jóvenes no conocemos otra cosa diferente. Toda la política gira en torno al Comandante-Presidente y sus antagonistas dan pataletas todos los lunes en las ruedas de prensa contextualizadas en el “desastre” económico. Personalmente, justifico las pataletas. Hay injusticias en su gobierno. Margarita expresó su horror por las banderas, al comparárselas con el color del partido oficialista. En su concepción demócrata colombiana no cabía tal despotismo.

Al rato de contemplar el gran monumento; mi corazón se volvía chiquitico con la nostalgia de la Patria de Bolívar. En mis oídos retumbaban los discursos de Hugo Rafael, el nacionalismo, el patriotismo, el imperio, la patria nueva y todas esas politiquerías idealistas típicas de él. Pero el concepto que más danzaba en mi cabeza era el patriotismo. Tal vez me sentí cochino, depravado o sanguinario al creerme un patriota. Las palabras de Wilde taladraron mi cabeza y pensé: A punta de sangre, guerras y dolor se forjan las patrias y los países desarrollados. ¿Dignidad o Patriotismo?

Tengo una amiga que opina que los humanos no tenemos patria. Más pesada que ésta es la dignidad; pero esa dignidad la percibo como un orgullo resentido, a pesar de que le doy la razón. Por eso ella partió sin dolor a Croacia dejando atrás el castro-comunismo criollo. Siguiendo en nuestra travesía patriótica; nos devolvimos de nuevo con dirección al norte y me tomé algunas fotos con los tanques de guerra y la artillería de exhibición. No evité bromear un poco con mi cara de ira sanguinolenta que busca beligerancia en contra de los países vecinos y el imperio.


El Estado Soy Yo


Nuestro paseo siguió armónicamente con vía al Panteón Nacional. Me dispuse detrás del volante de nuevo y encendí el vehículo para rodar adivinando a dónde iba. No conozco Caracas a pesar de haber vivido dos años allá. Pero las ruedas y el instinto se me adelantaron y la inercia nos llevó directamente al centro de la metrópolis. El espesor del subdesarrollo y de la miseria nos interceptó y caímos en cuenta de que estábamos en una ciudad decadente. La basura, la niebla brumosa de la contaminación, los comercios clandestinos, los vendedores (de) ambulantes, las paredes grafiteadas, el asfalto cancerígeno, todo evocaba en mi y en las colombianas sentimientos de repulsión. No pararon de comparar con Colombia al país y de lastimarse por lo triste de la calle capitalina.


Foto Robada, Los Ranchos Caraqueños


En cierto punto, divisamos la Biblioteca Nacional, y adyacente a esta, el Panteón. Pululé alrededor del lugar a ver dónde me estacionaba y al no conseguir nada me dispuse a hablar con unos periodistas malandros con cara de marihuaneros de VIVE TV para asesorarme en materia de parqueaderos. Me indicaron dónde estacionarme en un sopor chavista y luego de rodar escasos metros, me estacioné detrás del Panteón.

Nos bajamos felices de estar por fin en la catedral donde reposan los restos de nuestro libertador. Le cambiamos el pañal cagado al bebé mientras se reía de nuestras caras asquientas y le pusimos su gorrita tierna de peloterito para cubrirlo del sol. Caminamos por el lateral izquierdo de la iglesia hasta llegar a la puerta. Como era el día de la madre, no había mucha afluencia de turistas. Pero entramos por el gran portal directo a escribir nuestros nombres en el libro de visitas. Entre los pilares divisé una bandera que me dejó atónito.


Foto Robada, El panteón en el Año e' la Pera


El Pollito Con Su Gorra


Al firmar, nos dijeron que le quitáramos la gorra al pollito, por respeto a las decenas de próceres que ahí se encontraban sepultados. Mi hijo rió como de costumbre y entramos a paso de vencedores a apreciar el sublime arte y la solemnidad del mausoleo. Mi cabeza tornó directamente al techo y recordé la advertencia del guarda de no tomar fotos con flash. Vi uno por uno los frescos de tito salas en el techo, narraban la vida de Bolívar según la perspectiva del pintor. Incluso en uno de las pinturas se autorretrató junto a su esposa e hija.

Las estatuas de los difuntos me saludaban y no me dejaban concentrarme. Dejé al bebé con Tití y seguí apreciando las esculturas erguidas de los próceres más importantes dentro del Panteón. La solemne obra que más me llamó la atención fue la que representaba los restos nunca encontrados de Francisco de Miranda. Su estatua me veía directamente y el águila encima del féretro movía sus alas e inclinaba su mirada con estridencia. Ese día el panteón estuvo más vivo que nunca. Bolívar, justo en el fondo, debajo de una lámpara francesa exorbitante, dormía inclemente al ser velado por la quincena de personas que estábamos ahí.

Corrimos con la suerte de que el guía; redondete, con una gorra del M.O.P.V.I. (Ministerio de Obras Públicas y Vivienda) roja, con sus lentes cuadrados y alargados, alto, con un marcadísimo acento caraqueño soberbio orgulloso y nacionalista; prendió la lámpara francesa para el deleite de los afortunados. La lámpara solo se enciende en actos conmemorativos y especiales. Recuerdo las palabras escupidas del tipo. Era un hombre de unos 120 kilos, con tez morena, tal vez en sus tempranos 40 años. Sabía bastante de historia, sobre todo del panteón y de la Guerra de independencia y la Guerra Federal. Percibí un chavismo desaforado detrás de sus palabras, un culto a la personalidad inminente.

No escuché mucho de lo que habló, solo me acerqué una o dos veces cuando distinguía a la distancia algo que me interesaba. Pero la bandera que me tocó la tecla al entrar no salía de mis ojos. Me preguntaba qué hacía la bandera de la República de Cuba junto a las otras banderas de las repúblicas bolivarianas. Se encontraban las banderas de La Gran Colombia (lamentablemente muerta), de Venezuela, de Colombia, de Ecuador, de Bolivia, de Perú, de Panamá. Todas pertenecientes a la historia local. ¿Pero la bandera de Cuba? Eso no estaba en mi archivero. Nunca supe qué tenía que ver el culo con las pestañas. Por supuesto, Martí era un gran literato latinoamericano, pero estaba a destiempo con la independencia Venezolana. Cuba le dio asilo a Bolívar un tiempo, pero no era tan trascendente como otros países.


Foto Propia, El panteón en su esplendor


No me aguanté, y con la ironía maquiavélica que me caracteriza, me arrojé directo al gordito interrumpiéndolo e increpándolo con mi misiva preguntona: “Jefe, disculpe ¿Por qué la bandera cubana está en el Panteón Nacional?”. El regordete me contestó con su acento parcializado; “Decreto Presidencial, por los 50 años de la revolución cubana”. Me anonadé. Me indigné. Y le agradecí, claro. Primero las banderas rojas comunistoides a los lados del Monumento a los Próceres y ahora la bandera cubana en el Panteón. De vaina lo insulto. No lo hice, pero si le mandé una mentada a la madre del mico.

Me sentí ridículo. Mis nacionalismos constantes de todo el día se fueron por la poceta de la revolución cubana. Tal vez exagero para algunos, pero mi depravación se elevó a su máxima potencia y estuve a punto de tumbar la bandera cubana que flotaba con ese aire de petulancia en el Panteón. Si mi mujer no me hubiese detenido, tal vez estuviera en una celda en el helicoide en este momento. Igual no valía la pena. En ese momento reafirmé que la patria de Chávez es una vil mentira. Llena a sus seguidores con ideologías patrióticas baratísimas, y se burla de ellos al hacer estas ridiculeces.

Prefiero plegarme a andar a la deriva por un mar de ideologías antagónicas a toda blasfemia que salga de la boca de ese ser tan odiado y amado, que creer en una patria tan mentirosa como la de él. Sé que por unos lados se quejarán de la injerencia de Cuba en las instituciones del Estado (como las Fuerzas Armadas Nacionales (Bolivarianas) y el SAIME). A su vez, estoy tristemente al tanto de que algunos ignorantes aplauden la intromisión y la violación de la soberanía justificándose con sus churupos choreados, pero al final sé que Mi Patria no es de ellos. Ellos viven otra realidad.

Ese día de la madre se lo dediqué a la Madre Patria. ¿Pero qué? Wilde me cacheteó. Me dijo de sanguinario pa’ abajo. Patriota depravado, asesino, corrupto belicista. Me entristezco al pensar que el trabajo de todos los próceres fue en vano, nuestra Independencia está hecha pedazos; dependemos del mundo. Lloro cual niño pensando en que me perdí en el camino. Lamentablemente, no soy lo suficientemente sanguinario ni depravado como para creer en la Venezuela de Chávez, la que es verdadera, la patriótica. La engalanada de igualdad, la correcta, la heróica, la intachable, la desarrollada, la potencia mundial.

Chávez quiere ser el héroe para las clases desposeídas y para los pueblos menos desfavorecidos (no le creo nada nadita). Pero el resto de los venezolanos que no lo apoyan, traidores a la patria, apátridas, serán desterrados. Su heroísmo se queda en pantaletas comparado con el heroismo de del Libertador, que alguna vez dijo: "De lo heroico a lo ridículo no hay más que un paso".

Salí del santo mausoleo decepcionado. Pero mi viaje ameno no se amargó. Fui muy feliz al conocer mejor mi historia y al alternar con los héroes asesinos. Me despedí de ellos internamente y grité libertad en mi cabeza. Detesté las guerras, los muertos, los intentos funestos de hacer patria. Supe que estas actitudes beligerantes son las que nos condenan a la frase de Wilde. Y realicé que el Gobierno tiene secuestrada la Historia. Cuando ésta se incauta para unos pocos, la patria queda hecha trizas; es decir, terminamos sin compartirla.


Foto Propia, La Bandera De La República de Cuba en el Panteón Nacional de Venezuela

martes, 11 de mayo de 2010

El Caribe Desangrado (Poema)

Tres indios
Después de noches eternas
La choza hedionda a yuca podria’
Basta de piedras, de flechas roídas

Ayamanes, Ajaguas
Cumanagotos, Jirajaras
Todos momias por el plomo percudido
Con los Yanomamis caídos

Si, taparrabo tejido a garra
Maracay, Guárico
¿De dónde saliste colérico?
Teje el cáñamo o te amarra

Y en Santa Elena de Uairén
Nos quedan algunos huesitos
Parecen que estan vivitos
Violados Caribes de casta son diez

Grita, grita iracundo
En vez de darle amor maldito
Ni a los Maquiritares bonitos
Ni a los mismos Yekuanas Panares

Hambrientos Pemones que siguen vivos,
Hasta lástima me dio
Capanaparo, Sinaruco
Crujir de dientes, mentiras son

Y cagando debajo ‘el cambur
Tinte, tiñe el oro con barro español
La estrella maldita del sur
Llora tal cual sin amor

jueves, 6 de mayo de 2010

El Juicio del Imparcial (Artículo de Opinión)

Un par de lectores me han sugerido que me atreva a ostentar una de las joyas más preciadas en el periodismo; la imparcialidad. La postura política de estos lectores sufrió un encontronazo con la pasada-pesada publicación en este blog llamada “A Caballo se Hace la Patria”. En este artículo de opinión cité tres (o más) casos de corrupción interna en las bovedillas del Partido Socialista Unido de Venezuela y en ciertas instituciones gubernamentales.

A mi juicio, en estos tópicos relacionados con denuncias e irregularidades administrativas, no se puede tomar una actitud imparcial. Menos cuando están tan ligados los conceptos de conciencia cívica, honor y honestidad en la política. Me irrita un poco que me tilden de derechista por el simple hecho de hablar mal del gobierno “pseudo-izquierdoso” de Hugo Chávez. La izquierda se lleva en el corazón; y no por el hecho de diferir de las posturas corruptas disfrazadas de izquierda radical, soy derechista.

Asimismo, tampoco guardo una postura de derecha al plasmar mis posiciones acerca del libre comercio, los mercados, las divisas u otros tópicos relacionados con la economía internacional. Y mucho menos estoy pintado de izquierdas al ser cristiano o humanista. Las posturas políticas en Venezuela han sido tergiversadas por los líderes. Lo que en un momento fue de izquierda, actualmente es la más reacia derecha para el pueblo burdo.

Es entonces cuando me pregunto; ¿Cómo ser imparcial con un tema tan delicado como la corrupción? Es sencillo, lo que no quieren parte mis lectores es que manche el aura intachable del PSUV y la del Comandante-Presidente. Ciertamente, tengo que parcializarme hacia una postura (ideológica y objetiva) que tienda a ser tajante y cortante hacia esas divagaciones que otorga la política. Para mí, las cosas son blancas o negras; sencillito. Negro el camino que nos depara la gestión de estos corruptos y blanca el alma de los inocentes.




La Imparcialidad del PSUV

Este pasado domingo fueron las renombradas elecciones internas del PSUV para elegir los candidatos a la Asamblea Nacional. El presidente, en una rueda de prensa que se ofició en el barrio 23 de Enero en Caracas, habló como siempre de los atropellos capitalistas, la oligarquía rancia venezolana y la herida oposición que cojea valientemente gracias a los valerosos venezolanos que no les queda de otra que creer en estos viejos caimanes con mala fama. Se les cedió el turno a tres periodistas para formular sus preguntas al Gran Chávez.

El primero en la alineación fue un periodista griego-peruano que antes de formular su pregunta fue interrumpido por Chávez. “¿Cómo te llamas tu?” Le increpó el carismático dictador con su tonito usual. Después de una larga charla sobre la situación económica en Grecia y anaforismos y analogías retóricas de Chávez sobre su proceso robolucionario y la izquierda latinoamericana, el griego –sobrino de un lider revolucionario- pudo formular su sencilla pregunta; que contestaron después de 15 minutos de divagaciones. Me indigna el hecho de que Hugo el César no pueda responder puntualmente una pregunta.

La segunda al bate, que botó la pelota en su primer intento, fue una periodista de Televen. Jovencita, muy linda ella, “inocentemente” planteó tres preguntas para el mandatario nacional. Una sobre los salarios de los militares y su correspondencia con el salario mínimo; otra sobre la Asamblea Nacional y su conexión con el pueblo; y finalmente una pregunta sobre la injerencia del gobierno cubano en la Fuerza Armada Nacional (Bolivariana) a propósito de las declaraciones del General retirado que hasta hace poco fue director de Protección Civil.

¿Tu crees que Chávez contestó firmemente y sin vacilación alguna de las preguntas planteadas? ¿De verdad consideras que dejó los prejuicios hacia la periodista y se dispuso a responder sin divagar en las preguntas concretas que se le formularon? Con toda la mordacidad pertinente, acoto que Chávez es un majadero. “Respondió” la pregunta con un mar de divagaciones y repeticiones insultando a los medios de comunicación privados, subestimando a la periodista, y tocando cada una de las interrogantes con una “sutileza” del carajo. Pa’ responder esas vainas si es “sutil” y redundante. Zalamero, se burló de los presentes al no responder con objetividad ni una pregunta. Yo opino y disparo sin compasión; ¡A la mierda la retórica rebuznante de los políticos y más la del pendenciero ególatra de Miraflores!




Ahora díganme ustedes. ¿Cómo ser imparcial cuando veo los atropellos con mis propios ojos, percibo las ironías desbocando en la opinión pública y pruebo con mi propia lengua las injusticias de la autocracia? Está bien… Las clases populares, la injusticia, los pobres, el capitalismo salvaje, la esperanza, el humanismo, una sociedad justa. Pero con ese cuentito de una sociedad digna no me van a comprar. Menos con todas esas ideologías utópicas adolescentes. El mundo no lo cambian los políticos, menos Chávez con su proyecto populista personalista; lo cambiamos nosotros con educación.

Está clarito y las cartas están sobre la mesa; nos tienen engañados. Tanto la máquina propagandística de Chávez y su gran combo de malandros corruptos, como los politiqueros de la oposición y los medios privados que quieren su nidito de amor junto a montañas de dinero cochino. Nosotros, los de a pata, podemos sentarnos a observar el paisaje y ver como se desmorona la patria y se caen a cuchillazos sin que Cristo venga todavía.

Amén…