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jueves, 22 de julio de 2010

El Día Después de la Ruptura (Cuento-Sátira)

De repente, Venezuela rompió relaciones diplomáticas con Colombia. Aunándose a las interminables e itinerantes denuncias de la presencia de entes guerrilleros en territorio venezolano -como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional- de parte de la fragmentada oposición y los sectores reaccionarios, los gobiernos que discrepan y “obstaculizan” el proceso revolucionario de Hugo Chávez y la paciencia del pueblo se colmó. La arrechera colectiva hirvió trepándose por las calles atestadas en un aire contestatario.

La mañana del 23 de Julio no amaneció de golpe. Amaneció de coñazo. Como una ridícula cortina azulada izada por un dios del olimpo, el alba se arrejuntó con unas detonaciones y la Venezuela Bolivariana de Antier se acababa al ritmo asincopado de los tiroteos. La calle estaba atiborrada de tirapiedras, tanques blindados, fusileros con sus AK-47, madres y embarazadas corriendo despavoridas. Todos ante la suma de todos los miedos. Era lo que esperábamos. El caos maldito. La hecatombe. El fin del régimen.

Imágen del Caracazo, Deja Vu

Los televisores no servían. En la radio solo se escuchaba una canción, en todas las emisoras lo mismo; la deliciosa estática. Estática por aquí, estática por allá. La Internet convulsionada en una eterna traba. Era dulce. Observar el caos deleitaba a los más poderosos y sanguinarios. El Panteón Nacional era la más humilde muestra del destierro social. Los mausoleos destruidos, las piedras roídas y el fuego de los lanzallamas; sumaban la destrucción más grande que pudo haber vivido la sólida cabeza de roca blancuzca rodante de José María Vargas. Así, el águila del mausoleo ficticio de Miranda despertó y alzó vuelo empezando a limpiar sus alas empapadas y endurecidas en mármol italiano de más de cien años.

El Águila del Mausoleo de Miranda, A Punto de Despertar

Nunca se había visto un águila tan libre. Con imponencia se elevó rompiendo el fresco de Tito Salas y el tope de la catedral.
Voló… Y voló… Y voló y voló.

Al llegar a Miraflores, sus garras se atragantaron con los barrotes del balcón del pueblo. Su mirada de ira cobraba venganza. Ese pico desafiante, afilado, asustaba al más desalmado. Se quedó estacionaria por varios minutos, esperando algo, dirigiendo su vista al interior del palacio. Después de cuarenta y cinco minutillos, Nicolás Maduro le ofreció una taza de café colombiano. Ella respondió con una negativa extorsionadora y violenta: batiendo sus alas, girando su pico y soltando concreto con un alarido crónico.

Y siguió esperando… Seguramente, el pueblo vestido de rojo esperando nosequé en las afueras del Palacio de Gobierno, se asustó al ver tal inmensidad de canónica e histórica ave. Los restos de todos los próceres de la independencia se revolcaban y la dignidad nacional vomitaba una nueva etapa. Una etapa viva y muerta al mismo tiempo. Mientras, el humo en el cielo caraqueño ahogaba a todos los enmascarados y los guerrilleros de las FARC aprovechaban la guerra para tomar el país. Pasaron como 18 horas, hasta que sus helicópteros norteamericanos se parquearon en los jardines del capitolio.

Al percibir esto con sus ojos de águila, el águila voló. Las aspas hermosas se detenían decreciendo lentamente en un albor de alegría revolucionaria y de victoria. El helicóptero tosía acompasadamente y los armados armatostes humanos bajaban uno a uno haciendo un pasillo humano para que bajara el tan ansiado y esperado líder que traería paz y unidad al pueblo latinoamericano. Extendieron la alfombra roja y los soldados se acomodaron a sus lados. Chavito yacía o muerto o inconsciente en medio de los monolitos del Paseo los Próceres, esperando a un babalawo que le leería la extremaunción. Y el águila seguía volando…

La vista satelital del país se colmó de una humareda que bloqueaba hasta la vista infrarroja de los satélites de la CIA gracias a la guerra. Y el águila, volando… Pero en el congreso se veía venir. Ya iba a bajar Rodrigo Granda del helicóptero comprado por el gobierno colombiano para la guerrilla, sabroso negoción. Los redobles felices y las trompetas exaltadas se escuchaban en el culto a la personalidad más puro que la gente vestida de rojo pudiera presenciar. Y el águila volaba…

Rodrigo Granda, Antes de ser Obligado a Asumir la Presidencia Revolucionaria

Con un gesto de victoria, Granda se bajó del helicóptero al estribo, del estribo al concreto y del concreto a la alfombra roja rodeada de soldaditos de plomo revolucionarios. Y la música de esa madrugada, eran los aplausos de los revolucionarios latinoamericanos… Pero de repente, el orto del ave, deliciosamente posicionado a escasos 45 metros de altura, emitió un borbotón.

Y caía, y caía. Y caía.

Y Marulanda, que en realidad no había muerto, le advirtió al supremo máximo omnisapiente único revolucionario líder Granda:
-¡CUIDADO JEFE!- Gritó desmedido con su acento, señalando el cielo.

Y Rodrigo Granda, antiguo canciller de las FARC, actual rey de Venezuela, levantando la cabeza muy lentamente con la boca abierta, atinó de mordiscón con su boca a la plasta histórica y líquida proveniente del culo del águila mirandina. Era el buche más lindo de mierda revolucionaria que pudo haber existido en el planeta.

martes, 20 de julio de 2010

El Último Día del Mundo en Split (Cuento)

(Esta historia es -casi- real, es una vivencia de una amiga que reside en Croacia relatada a través del Messenger. Me pareció bastante simpática, por eso la reescribí y la publiqué en este blog)

Hoy fue uno de los días más extraños de mi vida. A 48 horas del terremoto en China, que contabiliza ya 800 muertos, me desperté de sopetón asustada por el vozarrón del cocainómano que nos cobra la renta. El día estaba nublado y Vivian y yo recuperábamos las horas de sueño perdidas la noche anterior. Sonaban los despertadores como gatos gritones pero luchábamos contra ellos y los apagábamos amañadas con el ambiente fresco de la primavera nublada de Split.

Mapa de Croacia con Split señalada, Sustraído de la Web

Božo, el arrendador, es un italiano mafioso que es dueño del lugar en donde vivimos. Es un drogómano tal vez de unos 40 años, roído por las interminables horas sobre las líneas blancas amontonadas frente al espejo. Es un tipo calvo, pálido y muy delgado, que tal vez vive su desgraciada vida comiendo comida vieja en un plato en su cocina, inhalando una gran línea de coca cada 45 minutos y viendo pornografía todas las tardes con su mano en la entrepierna. En las noches, tiende a irse a Kuka –un local nocturno- en busca de más perico, rumba y putas. El tipo nos despertó a gritos esta mañana como un desquiciado buscando jabón para comerlo.

-¡ALONZO!- Chistaba rápidamente a exagerados gritos -¡ALONZO! ¡¿AE ALONZO?! ¿DOVE É ALONZO?- Irrumpía sin educación gritando a chorros con un tonito italianísimo desesperado a consecuencia de la cantidad de cocaína que había inhalado esa mañana (y en la noche). Sus ojos saltones marrones con sus pupilas dilatadas, chirriaban con sus dientes rítmicamente junto al poco pelo castaño que le queda. Sus pómulos puntiagudos hundían profundamente su mirada destellante por la locura.

-¿¡GDJE JE ALONZO!? ¡ALONZOO, ALONZOOO!- Siguió gritando irritado pero esta vez escupiendo en croata. El tipo se movía intranquilamente por toda la casa como buscando algo debajo del piso. Caminaba violentamente a largos pasos entre la sala, el pasillo, la cama.

Nosotras dos, venezolanas, dormidas, en pijamas, despeinadas, trasnochadas, enrolladas en la cama; despertamos completamente desconcertadas. Primeramente no conocíamos a ningún Alonzo. A estas, el tipo estaba demandando que le pagáramos lo que le debíamos. Él, en su locura, tal vez confundió el nombre de uno de mis compañeros de cuarto –Rafael- y lo llamaba Alonzo. Pero sin razón, ya que no le debíamos ni un penique. Mientras, Rafael se bañaba y Božo en su personalización de un gorila, entraba como perro por su casa a todas las habitaciones llamando a todo pulmón a Alonzo. Cuando éste dio con el calentador, intempestivamente lo desconectó. Solo escuché el grito friolento de Rafael mientras Božo discutía con nosotras sobre su cobranza descabellada. Para colmo, nos pedía disculpas intermitentes y repetidas veces por los estragos cometidos en el ambiente.

Luego de varios minutos interminables de discusión sin sentido, Božo se fue de la habitación blasfemando y gritando maldiciones en medio de su locura. “¡AL DIAVOLO! ¡DANNAZIONE!”. Para colmo, en Islandia había erupcionado un volcán que tenía siglos inactivo. Los aeropuertos de Londres, Noruega, Alemania y otros países nórdicos están en crisis por la cantidad de cenizas que impiden ver el cielo. Pero a pesar de tanta irracionalidad, intentamos caer de nuevo en la bruma y el espesor del sueño de nuestro apartamento.

Foto de Split, Sustraída de la Web

Nuestro apartamento es algo viejo, en malas condiciones. Muy malas condiciones para pagar lo que pagamos. Son 1000€ mensuales fuera de temporada, Croacia es un país netamente turístico. Al entrar, hay un pasillo largísimo. A la derecha está una sala con un balcón con vista a los árboles y una entrada a la cocina. Caminando por el mismo pasillo, encuentras al final 3 habitaciones principales. Son bastante grandes, como de casa vieja europea. Al lado de nuestra habitación, está el único baño del lugar. El apartaco está pintado de dos colores, beige y blanco, a media pared, como en una institución burocrática del estado.

Pero por más que intentamos caer en sueño, no pudimos. Sólo oíamos “ALOOOONZOOO” retumbando, borboteando y rebotando en las paredes de nuestra cabeza a la voz del cocainómano. Nos desternillábamos y gritábamos el nombre de Alonzo a ver si aparecía con un tonito italiano trasnochado o un croata mal hablado.

-¿Alonzo? ¿Rafael Alonzo?- Decía Vivian con un tonito burlón y un acento mexicano imitando las novelas mexicanas que aman los croatas.
-¡OH! ¡Dime Luisa Estela! ¿Cómo conseguir amor para pagarte? Nadie puede conocer nuestro amor. Ni Božo, que nos cobra lo que le debo- Le respondía ya Rafael con su marcado acento argento y con una risa entrecortada por el chiste que no murió en toda la mañana.
-¡TIENES QUE PAGARME ALONZO!- Le respondió Vivian imitando la locura de Božo, moviendo la mandíbula gritando iracunda – ¡ALONZOOO! – Le gritaba desgarrando su voz ya muerta de risa.

Eran las 11:00 de la mañana más o menos y seguíamos después de una hora del altercado con Božo burlándonos de su viaje y de su locura. Desayunamos, y par de horas luego seguíamos satirizando a Božo y su ataque de demencia. Justo en medio de la tramoya y el drama de la novela de Rafael Alonzo y su tetera, mientras él se servía un Mate, irrumpió una dulce viejecita en sus ochenta y pico.

La adorable anciana estaba chocha, chochísima diría yo y caminaba en ese estado lastimero que lucen los ancianos. Pasito a pasito, la desconocida, también como si viviera ahí, nos interrumpió.

-¿Gdje je Lesović?- Preguntó la ancianita, fijando sus anteojos en nosotros, con un acento y una pronunciación firme de croata dalmatino.

Le contestamos inmediatamente en nuestro croata a medio aprender, que no, no conocíamos ningún señor llamado Lesović. La señora estaba vestida con una chaqueta azul, con una blusita de flores, con el cabello azul blanquecino corto y rizado y con unos anteojos enormes, más grandes que su cabeza. Desesperanzada, siguió insistiendo si conocíamos a Lesović, que si vivía allí. Nosotros, después de 5 minutos replicándole negativas, vimos como la ancianísima maldijo sobre el piso de madera desgastada.

-¡Ajde u Kurac!- Gritó indignada. Para quien no conoce los idiomas eslavos, esto no es nada. Pero nosotros quedamos en shock. La tierna ancianita acababa de mandarnos a la mismísima mierda. Nos dio la espalda casi cojeando y se abrió paso en el pasillo siguiendo a la puerta. Bajó las viejas y tortuosas escaleras del edificio y con la mirada perdida no se en donde, suspiró buscando en los árboles a Lesović.

Una raya más pal’ tigre. Terminamos asociando a los dos personajes; Alonzo había conseguido apellido. Terminamos creyendo que Alonzo Lesović es una persona que vive en nuestro departamento, pero no lo podemos ver. Estamos absolutamente deprimidos después del descubrimiento. Ese mismo día, se nos ocurrió hacer una fiesta para tratar de materializar al hombre. Se nos ocurrieron muchos títulos para la fiesta. Pero relució el más llamativo “¿Dónde está Alonzo Lesović?”. La única condición para entrar a nuestra tertulia, era vestirse como uno creía que es Alonzo Lesović. Así, después de descartar, daríamos con el verdadero personaje.

En medio de nuestro culto a la irracionalidad y al humor, explotó de nuevo la puerta después del sonido del timbre, vomitando a dos rubias. Pero no fue tan súbito e increíble esta vez. A ellas si las conocíamos. Una chica es suiza y la otra es noruega. Lo único fuera de lo común que las acompañaba, eran unas ganas extrañísimas de ir a la playa. Lo primero que dijeron al entrar fue que venían por Alejandro, otro de los muchachos con quien compartimos el apartamento. Nos invitaron a la playa también, pero nosotras nos negamos por nuestros oficios. A parte, era absolutamente ilógico ir a una playa con el clima como estaba. El día seguía absolutamente nublado, la temperatura se acercaba a los 15 grados, no había luz, eran las 4:30 de la tarde y se disponían a ir en una tarde de primavera a una playa helada del mar adriático.

En ese momento me vi y supe que el mundo se acabaría ese día. Al leer tantas noticias, saber que en Venezuela son comunistas, ver que los chinos comunistas están contabilizando muertos por terremotos y que Europa está colmada de cenizas de un volcan de Islandia, me motive a hacer una fiesta esta noche. Y sé que cada día es más loco y no acabaremos felices. Que se acabe esta mierda, demasiadas maldiciones. Este día raro me lo dijo y mi desgraciada vida. El fin del mundo viene. Alonzo Lesović, los desastres y un amigo en la red me lo dijeron. La fiesta de esta noche será la que le dará comienzo al principio del fin.

-Hoy se acaba esta mierda- Me dije embobada viendo las cenizas en el cielo del mar adriático-Y pensar que es el último día de Split y del resto de la humanidad -Me inculpé- Menos mal me fui de Venezuela, al menos no moriré comunista.

Vista Aérea de Split, Sustraída de la Web

-Menos mal que no me encontró la viejita dalmatina y Bozo no se llevó mis churupos- Me susurró al oído Alonzo Lesović en el español más criollo que pude escuchar en mi vida.


lunes, 19 de julio de 2010

Escritores: ¡A la Hoguera! (Ensayito)

(Este era uno de los escritos que tenía archivado. El tenía miedo a ser leído. Pero lo maquillé.)

Escribimos. Algunos escriben para persuadir, otros para lucirse, otros para exponer su punto de vista. Otros escriben para expresarse, otros para sobresalir, otros para ser admirados, otros para ser leídos, otros para alardear de su condición superior de letrados, otros para hacerse notar. Algunos tienen razones para hacerlo. Otros lo hacen porque creen que tienen contribuciones que deben ser leídas. Algunos simplemente quieren llamar la atención. Varios simplemente no tienen nada, arman oraciones meramente vacías solo porque suenan bonito y rebuscadas. Otros simplemente quieren leerse.

Pero a pesar de los motivos que impulsan a un escritor a pelear contra el teclado, sé que existe algo espiritual que trasciende el ego que empapa las palabras de los escritores.


Escher, "Drawing Hands"

Algunos, como yo, nos jactamos y alardeamos de nuestro léxico prepotente e ininteligible. Jugamos con los recursos literarios para adornar los textos y plegarias cristianas contextualizando todos los tópicos en una calina irreal ensopada por el desespero. También, tendemos a preñar los relatos y escritos con éstos recursos para que el parto del lector sea delicioso y amable -nada repugnante-. Si siguiereis está fórmula lógicamente, llegará un inocente a halagaros y a deciros, "oye, pero que poeta sos", "escribís muy bien". Egoístamente, escribimos con la bollada idea de recibir halagos y complementos de los realmente letrados. Éste no es el fin de las letras.

Por otro lado, los cuentistas y novelistas, en su locura, tienden a inventar o a recolectar historias fantásticas para adentrar a los lectores en un mundo fascinante que sólo ellos imaginaron. Mientras, los catedráticos, los expertos y los eruditos se dan el tupé de redactar notas informativas y vastos artículos de experticia sobre tópicos que sólo ellos entienden. Y si, nunca faltan los poetas, los recicladores del idioma, que escudriñan en las esquinas del lenguaje para hacer obras eminentes de sonoridad declamable.

Las ganas excelsas de sobresalir empapan este oficio. Pensé en desprenderme de eso, pero no lo he logrado, ni nunca lo lograré. Lo único que he logrado es "desprenderme" un poco de esa máscara de erudición que algunos de nosotros queremos mostrarle a nuestros lectores –mentira-, me cuajo de la risa.

En este contexto, exalto al periodismo como ciencia, considero que el fin del mismo es desprenderse de aquellas mañas del ego. Patear a la literatura. Concebir una información sin arte, sin alma. Plantear la verdad tal y como se ve. Insípida, sin maquillaje, sin trastocarle. Pero paradójicamente, un periodismo sin esa vital energía literaria, se torna en una vil sopa desabrida. Ni sopa. Casabe. Y sin café. Nada mejor que leer una hermosísima crónica o un reportaje con ese toque del estilo personal del buen periodista. Algo con ironías, exageraciones, mentiras, drama, metáforas, comparaciones repugnantes. Así es bueno el periodismo. Con el toque objetivamente parcial (objetivamente imparcial, parcialmente objetivo, parcialmente subjetivo, subjetivamente parcial, subjetivamente imparcial, imparcialmente subjetivo, imparcialmente objetivo) que le corresponde.

Yo me incluyo en estos conjuntos descritos. No en todos, porque me gusta engañarme de vez en cuando. ¿Pero qué sería de las letras sin ególatras? ¿Y del periodismo? ¿Cuál escritor es humilde con sus letras? ¿Un Gabriel García Márquez sin ironías depresoras? ¿Un empalagoso Neruda sin metáforas? ¿Un Kafka sin comparaciones repugnantes? Primero muerto que bañado en sangre. Prefiero ser analfabeto, inculto, iletrado, comunista y de izquierdas. Y no escribir más nunca. Eso es pa’ los ególatras.