¡Visita mi nuevo Blog!

lunes, 19 de julio de 2010

Escritores: ¡A la Hoguera! (Ensayito)

(Este era uno de los escritos que tenía archivado. El tenía miedo a ser leído. Pero lo maquillé.)

Escribimos. Algunos escriben para persuadir, otros para lucirse, otros para exponer su punto de vista. Otros escriben para expresarse, otros para sobresalir, otros para ser admirados, otros para ser leídos, otros para alardear de su condición superior de letrados, otros para hacerse notar. Algunos tienen razones para hacerlo. Otros lo hacen porque creen que tienen contribuciones que deben ser leídas. Algunos simplemente quieren llamar la atención. Varios simplemente no tienen nada, arman oraciones meramente vacías solo porque suenan bonito y rebuscadas. Otros simplemente quieren leerse.

Pero a pesar de los motivos que impulsan a un escritor a pelear contra el teclado, sé que existe algo espiritual que trasciende el ego que empapa las palabras de los escritores.


Escher, "Drawing Hands"

Algunos, como yo, nos jactamos y alardeamos de nuestro léxico prepotente e ininteligible. Jugamos con los recursos literarios para adornar los textos y plegarias cristianas contextualizando todos los tópicos en una calina irreal ensopada por el desespero. También, tendemos a preñar los relatos y escritos con éstos recursos para que el parto del lector sea delicioso y amable -nada repugnante-. Si siguiereis está fórmula lógicamente, llegará un inocente a halagaros y a deciros, "oye, pero que poeta sos", "escribís muy bien". Egoístamente, escribimos con la bollada idea de recibir halagos y complementos de los realmente letrados. Éste no es el fin de las letras.

Por otro lado, los cuentistas y novelistas, en su locura, tienden a inventar o a recolectar historias fantásticas para adentrar a los lectores en un mundo fascinante que sólo ellos imaginaron. Mientras, los catedráticos, los expertos y los eruditos se dan el tupé de redactar notas informativas y vastos artículos de experticia sobre tópicos que sólo ellos entienden. Y si, nunca faltan los poetas, los recicladores del idioma, que escudriñan en las esquinas del lenguaje para hacer obras eminentes de sonoridad declamable.

Las ganas excelsas de sobresalir empapan este oficio. Pensé en desprenderme de eso, pero no lo he logrado, ni nunca lo lograré. Lo único que he logrado es "desprenderme" un poco de esa máscara de erudición que algunos de nosotros queremos mostrarle a nuestros lectores –mentira-, me cuajo de la risa.

En este contexto, exalto al periodismo como ciencia, considero que el fin del mismo es desprenderse de aquellas mañas del ego. Patear a la literatura. Concebir una información sin arte, sin alma. Plantear la verdad tal y como se ve. Insípida, sin maquillaje, sin trastocarle. Pero paradójicamente, un periodismo sin esa vital energía literaria, se torna en una vil sopa desabrida. Ni sopa. Casabe. Y sin café. Nada mejor que leer una hermosísima crónica o un reportaje con ese toque del estilo personal del buen periodista. Algo con ironías, exageraciones, mentiras, drama, metáforas, comparaciones repugnantes. Así es bueno el periodismo. Con el toque objetivamente parcial (objetivamente imparcial, parcialmente objetivo, parcialmente subjetivo, subjetivamente parcial, subjetivamente imparcial, imparcialmente subjetivo, imparcialmente objetivo) que le corresponde.

Yo me incluyo en estos conjuntos descritos. No en todos, porque me gusta engañarme de vez en cuando. ¿Pero qué sería de las letras sin ególatras? ¿Y del periodismo? ¿Cuál escritor es humilde con sus letras? ¿Un Gabriel García Márquez sin ironías depresoras? ¿Un empalagoso Neruda sin metáforas? ¿Un Kafka sin comparaciones repugnantes? Primero muerto que bañado en sangre. Prefiero ser analfabeto, inculto, iletrado, comunista y de izquierdas. Y no escribir más nunca. Eso es pa’ los ególatras.

1 comentario:

  1. FUERTE-PRECISO Y CONCISO. Me incluyo en "casi" todos. Pero principalmente para inmortalizar mis pensamientos. saludos hermano..!!

    ResponderEliminar