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martes, 20 de julio de 2010

El Último Día del Mundo en Split (Cuento)

(Esta historia es -casi- real, es una vivencia de una amiga que reside en Croacia relatada a través del Messenger. Me pareció bastante simpática, por eso la reescribí y la publiqué en este blog)

Hoy fue uno de los días más extraños de mi vida. A 48 horas del terremoto en China, que contabiliza ya 800 muertos, me desperté de sopetón asustada por el vozarrón del cocainómano que nos cobra la renta. El día estaba nublado y Vivian y yo recuperábamos las horas de sueño perdidas la noche anterior. Sonaban los despertadores como gatos gritones pero luchábamos contra ellos y los apagábamos amañadas con el ambiente fresco de la primavera nublada de Split.

Mapa de Croacia con Split señalada, Sustraído de la Web

Božo, el arrendador, es un italiano mafioso que es dueño del lugar en donde vivimos. Es un drogómano tal vez de unos 40 años, roído por las interminables horas sobre las líneas blancas amontonadas frente al espejo. Es un tipo calvo, pálido y muy delgado, que tal vez vive su desgraciada vida comiendo comida vieja en un plato en su cocina, inhalando una gran línea de coca cada 45 minutos y viendo pornografía todas las tardes con su mano en la entrepierna. En las noches, tiende a irse a Kuka –un local nocturno- en busca de más perico, rumba y putas. El tipo nos despertó a gritos esta mañana como un desquiciado buscando jabón para comerlo.

-¡ALONZO!- Chistaba rápidamente a exagerados gritos -¡ALONZO! ¡¿AE ALONZO?! ¿DOVE É ALONZO?- Irrumpía sin educación gritando a chorros con un tonito italianísimo desesperado a consecuencia de la cantidad de cocaína que había inhalado esa mañana (y en la noche). Sus ojos saltones marrones con sus pupilas dilatadas, chirriaban con sus dientes rítmicamente junto al poco pelo castaño que le queda. Sus pómulos puntiagudos hundían profundamente su mirada destellante por la locura.

-¿¡GDJE JE ALONZO!? ¡ALONZOO, ALONZOOO!- Siguió gritando irritado pero esta vez escupiendo en croata. El tipo se movía intranquilamente por toda la casa como buscando algo debajo del piso. Caminaba violentamente a largos pasos entre la sala, el pasillo, la cama.

Nosotras dos, venezolanas, dormidas, en pijamas, despeinadas, trasnochadas, enrolladas en la cama; despertamos completamente desconcertadas. Primeramente no conocíamos a ningún Alonzo. A estas, el tipo estaba demandando que le pagáramos lo que le debíamos. Él, en su locura, tal vez confundió el nombre de uno de mis compañeros de cuarto –Rafael- y lo llamaba Alonzo. Pero sin razón, ya que no le debíamos ni un penique. Mientras, Rafael se bañaba y Božo en su personalización de un gorila, entraba como perro por su casa a todas las habitaciones llamando a todo pulmón a Alonzo. Cuando éste dio con el calentador, intempestivamente lo desconectó. Solo escuché el grito friolento de Rafael mientras Božo discutía con nosotras sobre su cobranza descabellada. Para colmo, nos pedía disculpas intermitentes y repetidas veces por los estragos cometidos en el ambiente.

Luego de varios minutos interminables de discusión sin sentido, Božo se fue de la habitación blasfemando y gritando maldiciones en medio de su locura. “¡AL DIAVOLO! ¡DANNAZIONE!”. Para colmo, en Islandia había erupcionado un volcán que tenía siglos inactivo. Los aeropuertos de Londres, Noruega, Alemania y otros países nórdicos están en crisis por la cantidad de cenizas que impiden ver el cielo. Pero a pesar de tanta irracionalidad, intentamos caer de nuevo en la bruma y el espesor del sueño de nuestro apartamento.

Foto de Split, Sustraída de la Web

Nuestro apartamento es algo viejo, en malas condiciones. Muy malas condiciones para pagar lo que pagamos. Son 1000€ mensuales fuera de temporada, Croacia es un país netamente turístico. Al entrar, hay un pasillo largísimo. A la derecha está una sala con un balcón con vista a los árboles y una entrada a la cocina. Caminando por el mismo pasillo, encuentras al final 3 habitaciones principales. Son bastante grandes, como de casa vieja europea. Al lado de nuestra habitación, está el único baño del lugar. El apartaco está pintado de dos colores, beige y blanco, a media pared, como en una institución burocrática del estado.

Pero por más que intentamos caer en sueño, no pudimos. Sólo oíamos “ALOOOONZOOO” retumbando, borboteando y rebotando en las paredes de nuestra cabeza a la voz del cocainómano. Nos desternillábamos y gritábamos el nombre de Alonzo a ver si aparecía con un tonito italiano trasnochado o un croata mal hablado.

-¿Alonzo? ¿Rafael Alonzo?- Decía Vivian con un tonito burlón y un acento mexicano imitando las novelas mexicanas que aman los croatas.
-¡OH! ¡Dime Luisa Estela! ¿Cómo conseguir amor para pagarte? Nadie puede conocer nuestro amor. Ni Božo, que nos cobra lo que le debo- Le respondía ya Rafael con su marcado acento argento y con una risa entrecortada por el chiste que no murió en toda la mañana.
-¡TIENES QUE PAGARME ALONZO!- Le respondió Vivian imitando la locura de Božo, moviendo la mandíbula gritando iracunda – ¡ALONZOOO! – Le gritaba desgarrando su voz ya muerta de risa.

Eran las 11:00 de la mañana más o menos y seguíamos después de una hora del altercado con Božo burlándonos de su viaje y de su locura. Desayunamos, y par de horas luego seguíamos satirizando a Božo y su ataque de demencia. Justo en medio de la tramoya y el drama de la novela de Rafael Alonzo y su tetera, mientras él se servía un Mate, irrumpió una dulce viejecita en sus ochenta y pico.

La adorable anciana estaba chocha, chochísima diría yo y caminaba en ese estado lastimero que lucen los ancianos. Pasito a pasito, la desconocida, también como si viviera ahí, nos interrumpió.

-¿Gdje je Lesović?- Preguntó la ancianita, fijando sus anteojos en nosotros, con un acento y una pronunciación firme de croata dalmatino.

Le contestamos inmediatamente en nuestro croata a medio aprender, que no, no conocíamos ningún señor llamado Lesović. La señora estaba vestida con una chaqueta azul, con una blusita de flores, con el cabello azul blanquecino corto y rizado y con unos anteojos enormes, más grandes que su cabeza. Desesperanzada, siguió insistiendo si conocíamos a Lesović, que si vivía allí. Nosotros, después de 5 minutos replicándole negativas, vimos como la ancianísima maldijo sobre el piso de madera desgastada.

-¡Ajde u Kurac!- Gritó indignada. Para quien no conoce los idiomas eslavos, esto no es nada. Pero nosotros quedamos en shock. La tierna ancianita acababa de mandarnos a la mismísima mierda. Nos dio la espalda casi cojeando y se abrió paso en el pasillo siguiendo a la puerta. Bajó las viejas y tortuosas escaleras del edificio y con la mirada perdida no se en donde, suspiró buscando en los árboles a Lesović.

Una raya más pal’ tigre. Terminamos asociando a los dos personajes; Alonzo había conseguido apellido. Terminamos creyendo que Alonzo Lesović es una persona que vive en nuestro departamento, pero no lo podemos ver. Estamos absolutamente deprimidos después del descubrimiento. Ese mismo día, se nos ocurrió hacer una fiesta para tratar de materializar al hombre. Se nos ocurrieron muchos títulos para la fiesta. Pero relució el más llamativo “¿Dónde está Alonzo Lesović?”. La única condición para entrar a nuestra tertulia, era vestirse como uno creía que es Alonzo Lesović. Así, después de descartar, daríamos con el verdadero personaje.

En medio de nuestro culto a la irracionalidad y al humor, explotó de nuevo la puerta después del sonido del timbre, vomitando a dos rubias. Pero no fue tan súbito e increíble esta vez. A ellas si las conocíamos. Una chica es suiza y la otra es noruega. Lo único fuera de lo común que las acompañaba, eran unas ganas extrañísimas de ir a la playa. Lo primero que dijeron al entrar fue que venían por Alejandro, otro de los muchachos con quien compartimos el apartamento. Nos invitaron a la playa también, pero nosotras nos negamos por nuestros oficios. A parte, era absolutamente ilógico ir a una playa con el clima como estaba. El día seguía absolutamente nublado, la temperatura se acercaba a los 15 grados, no había luz, eran las 4:30 de la tarde y se disponían a ir en una tarde de primavera a una playa helada del mar adriático.

En ese momento me vi y supe que el mundo se acabaría ese día. Al leer tantas noticias, saber que en Venezuela son comunistas, ver que los chinos comunistas están contabilizando muertos por terremotos y que Europa está colmada de cenizas de un volcan de Islandia, me motive a hacer una fiesta esta noche. Y sé que cada día es más loco y no acabaremos felices. Que se acabe esta mierda, demasiadas maldiciones. Este día raro me lo dijo y mi desgraciada vida. El fin del mundo viene. Alonzo Lesović, los desastres y un amigo en la red me lo dijeron. La fiesta de esta noche será la que le dará comienzo al principio del fin.

-Hoy se acaba esta mierda- Me dije embobada viendo las cenizas en el cielo del mar adriático-Y pensar que es el último día de Split y del resto de la humanidad -Me inculpé- Menos mal me fui de Venezuela, al menos no moriré comunista.

Vista Aérea de Split, Sustraída de la Web

-Menos mal que no me encontró la viejita dalmatina y Bozo no se llevó mis churupos- Me susurró al oído Alonzo Lesović en el español más criollo que pude escuchar en mi vida.


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