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domingo, 8 de noviembre de 2009

Oscurantismo Universitario (Editorial de Revista Universitaria)

En la realidad universitaria de la Venezuela de hoy, nos encontramos con imperfecciones que hacen se critique el futuro del estudiantado. No a nivel político, sino en los estratos académicos. El aprendizaje está siendo relegado por el copia/pega/plagio de trabajos publicados en la Internet. Este espíritu investigativo de los universitarios, especialmente el de los estudiantes de Comunicación Social, poco a poco se ha ido difuminando en el las letras de los libros corroídos en las bibliotecas.

Hay diferentes casos que se pueden citar. En nuestra realidad como universitarios pichones de periodista, hemos leído algunos trabajos universitarios y hemos redactado otros cuantos. La Internet, esta dejando en segundo plano la erudición de los viejos manuales de estilo del periodismo. A su vez aísla la sabiduría de la buena literatura en papel y destruye la imperecedera perfección del razonamiento y el conocimiento. Los estudiantes de Comunicación Social estamos creciendo en un periodismo sin letras, y es por voluntad propia.

Claro, nos salva la incansable labor de algunos docentes y facilitadores, que nos impermeabilizan contra la ignorancia. Pero parte del estudiantado, con su brújula del conocimiento averiada, persiste en no escribir y plagiar trabajos provenientes de la enciclopedia digital Wikipedia y copiar párrafos y fusionar portales Web que ni siquiera leen. ¿Cómo se comprueba esto? Pues muy sencillo, no pasa de sentarse en un aula de clases; observar la actitud del estudiantado y la actitud de un docente inquisidor que regurgite 2 o tres preguntas al aire.

Las actitudes vacilantes de los alumnos al responder comprueban nuestra hipótesis. En la Universidad Bicentenaria de Aragua de estos casos hay como arroz. Por eso algunos estudiantes se mantienen en el “limbo” durante 2 o 3 años y no alcanzan a redactar una noticia como Dios manda. La cátedra de periodismo informativo karmatiza a gran parte del estudiantado enajenando a los “pobres” estudiantes a no saber redactar con conciencia. No sabemos redactar.
No es de omitir también el carácter inclemente de la ortografía sobre nosotros los pichones de periodista. Antes de P y B se escribe M, eso es inolvidable. A pesar de esto nunca falta el estudiante que escriba sobre esta batalla campal, un error desgarrador que culpa a la educación básica de nuestro país. También, las leyes de acentuación en las palabras dejan olvidado el real sentido de palabras como pública y publica. Estos ejemplos que nos desesperanzan no son ni la más ínfima parte de la realidad.

Hay demasiados horrores gramáticos, ortográficos, sintácticos, morfológicos. Es decir, si el escribir de los periodistas es malo, ¿quién podrá defendernos?: ¿La Real Academia Española?, ¿La Sociedad Interamericana de Prensa?, ¿El Colegio Nacional de Periodistas?, ¿La Escuela de Comunicación Social?, ¿El profesorado?, ¿nuestros compañeros de clase? ¿La familia? Se dice en la calle que la institución familiar es la responsable de los males en la sociedad y destrucción de los valores convencionales. Nuestra lengua se ve afectada por esto.

Dejamos colar una frase del Libertador: “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción.”. Si, destrucción. Destrucción del gremio, de la credibilidad, de la Escuela, de la profesión, del español, de la ética, de nuestro intelecto. ¿Qué más puede el estudiante dar? Solo un poco de atención, profundizar y leer sobre los tópicos que en realidad favorecen a nuestra formación. Leer, Dios mío, leer. Para que así algún día nuestra preparación esté a nivel de las exigencias del día a día en el campo laboral y en las letras de nuestra lengua castellana.

1 comentario:

  1. Siempre se ha reconocido a las universidades como espacios de debate y de diversidad de pensamiento, pero ¿existe en ellas el debate con diversidad de pensamiento?.

    Si observamos bien, cada corriente de pensamiento tiende a abrir sus propios espacios, buscar sus simpatizantes, y por esto, en algunas ocasiones va perdiendo el contacto con otras posiciones y el intercambio de ideas opuestas, o distintas, que en muchísimos casos, es totalmente útil para el crecimiento integral del ser humano.

    Un punto de encuentro y debate entre las ideas es importante para todo recinto universitario, lo nutre, lo renueva. Sin embargo, no nos podemos permitir enfrascarnos en un debate político nacional, ese ha sido un grave error. Debemos discutir el tema universitario a la par de la política nacional, porque también forma parte de nuestra cotidianidad y porque tenemos el compromiso de aportar nuestras ideas en el desarrollo y evolución del sistema universitario y su modelo educativo, su estructura académica, el perfil del profesional egresado, etc. ¿Están estos aspectos en concordancia con lo que la sociedad (no el mercado) necesita, con lo que está exigiendo?.

    Desde el punto de vista de la comunidad estudiantil universitaria también caben interrogantes sobre las que vale la pena reflexionar: ¿La calidad de enseñanza en las universidades es la correcta o debería aumentar? ¿Es el sistema administrativo actual el más conveniente cuando de tomar decisiones a favor del estudiantado se trata? ¿Permite realmente conseguir reivindicaciones estudiantiles de manera eficiente? Incluso podríamos ir más allá y preguntarnos si ¿la comunidad estudiantil de las universidades tiene un verdadero poder de decisión en los temas que le atañen con el sistema que rige actualmente en las universidades?.

    Si bien es cierto que somos “la generación de relevo”, “el futuro del país”, entre muchos otros adjetivos que recibe la población estudiantil, no es posible que tengamos un discurso compuesto, casi en su totalidad, por la situación nacional y se deje a un lado nuestra realidad directa o más cercana que es la Universidad. Al final, es el lugar donde, durante 5 ó 6 años en promedio, pasamos buena parte de nuestro día a día, donde aprendemos, enseñamos y crecemos. Merece mucho más esfuerzo, análisis, reflexión y acción de nuestra parte.

    Actualmente somos la nueva generación de relevo, pero en nuestras manos está el garantizar que las que nos sucedan estén capacitadas, incluso más que la nuestra, y con mayor calidad, para encargarse de un país que se caracteriza por siempre querer salir adelante, por crecer, por evolucionar.

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